Nikola Tesla creía firmemente en la existencia del éter (el quinto elemento), como el medio por el que se podían transmitir las ondas electromagnéticas, sin necesidad de cables ni otra materia visible. Sus variados experimentos con la electricidad, la radio y el control remoto, así se lo confirmaban. Sin embargo nunca obtuvo una explicación racional de la naturaleza profunda de éste elemento, de su funcionamiento y cualidades, a pesar de que fue calificado de Mago y frecuentó teósofos y espiritistas. Algo, por otra parte, muy común en aquella época y lugar (New York, 1890-1943).
Para ellos se trata del Pater Aether Akasha, según las diferentes tradiciones universales (griegas, hindúes, budistas, etc), y se refieren fundamentalmente a un espacio superior o cielo donde habitan los dioses, mientras que el espacio inferior es donde nosotros vivimos. Para los teósofos es el Padre Espacio, donde todos vivimos, existimos y tenemos nuestro ser.
Para nosotros el éter es simplemente el espacio. Pero un espacio diferente al que solemos pensar.
Normalmente se supone que un punto del espacio sólo puede ocuparse por un punto de materia y que otro punto desplazaría al anterior. Pero éste concepto, asentado fuertemente en nuestra conciencia y nuestro modo de ver las cosas, tanto por el vulgo como por los más eminentes científicos actuales, es radicalmente falso.
El espacio es en realidad un contenedor de espacios, y en cada uno de sus puntos, las diferentes dimensiones que conforman la creación, cada una en su vibración (sonido, palabra, verbo), coexisten según un principio integrado similar a los fractales. Es un hiperespacio.
No existe el espacio vacío. Si hacemos el vacío total en una probeta de ensayo, lo que queda es el éter clásico, el quinto elemento, del que habremos extraido la materia de la 3ª dimensión, pero donde aún existen las materias sutilísimas de las dimensiones superiores, aún no descubiertas por la ciencia y que denominan energía oscura, materia oscura, etc., en cantidad muy superior a la materia visible.
El espacio no es la nada. Es el soporte necesario para que la materia se manifieste según su grado evolutivo y su vibración. Es decir, el éter.
Para los científicos el éter no existe, porque aún no lo han encontrado. Yo diría que sí, sólo que aún no tienen la capacidad ni la conciencia necesaria para verlo, por eso no descubren las dimensiones, ni las otras energías, ni los universos paralelos que no son paralelos, sino integrados.
Para el desarrollo de una nueva física dimensional y de una nueva conciencia evolutiva, es necesario, urgente, imprescindible, estudiar a fondo la teoría hiperespacial.